TRADICIONAL
La belleza radica en la particularidad, Vallarta ha sabido conservar su esencia de antaño: un pueblo de pescadores y ventana al mar para los mineros de sus montañas. Pocos lugares pueden presumir que hasta sus techos son bellos y Puerto Vallarta puede hacerlo.
De calles empedradas, los techos de teja roja, paredes blancas, bugambilias que se asoman de algún balcón, calles empinadas y curveadas, nos hablan de la belleza de la imperfección; sobre todo de la tradición arraigada de este pueblo.
Puerto Vallarta se fundó a mediados del siglo XIX, con su nombre original “La Peñas”. Surgió por la necesidad que tuvieron los pueblos mineros de la sierra de tener un puerto en la bahía de Banderas, en el cual desembarcar la sal, para sus minas, y otros satisfactores, venidos del mercado nacional e internacional. Un puerto, también, en el cual embarcar diversos productos de su actividad minera, agrícola, pesquera y silvícola.
En el devenir de Puerto Vallarta se pueden apreciar, claramente, tres etapas históricas, marcadas por modelos económicos en turno.
EL COMERCIO Y LOS RECURSOS NATURALES.
Desde 1851, año de su fundación, hasta 1900, comprende la primera etapa. Los cimientos implantados en esta tierra por Don Guadalupe Sánchez y demás fundadores, sellaron el destino del antiguo puerto de Las Peñas como una ventana al mar para el intercambio comercial de los pueblos mineros serranos con el mundo. Pueblos mineros aislados por la abrupta geografía y la carencia de efectivas vías de comunicación terrestres.
Por el viejo embarcadero salían el oro y la plata de las minas de Los Reyes, San Sebastián, Aranjuez, San Antonio de Cuale y otros. Al puerto de Las Peñas llegaban la sal, herramientas y maquinaria para las minas; pero también abarrotes, telas, calzado, vinos, objetos suntuarios y otras mercaderías, con destino hacia los entonces prósperos centros de población serranos de Mascota, Talpa y Real de San Sebastián, entre otros.
Merced a estas circunstancias y a la privilegiada situación geográfica de Las Peñas, el comercio floreció notablemente, convirtiendo al Puerto en centro regional de acopio y distribución de bienes de consumo. La región contaba entonces con abundantes recursos naturales: lagartos, perlas, ballenas, tiburón, coquito de aceite, pieles de animales y maderas preciosas y tintóreas; estas últimas muy apreciadas por la industria textil inglesa. Todos ellos, productos de intercambio comercial con el mundo de aquellos tiempos.
LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA.
Durante la Segunda Etapa Histórica, de 1900 a 1960, suceden acontecimientos de vital importancia que cambian la vocación económica de esta región del Pacífico occidental mexicano. A principios del siglo XX el éxodo de innumerables familias serranas hacia la costa incrementó la población. La gente venía en busca de trabajo pues el precio internacional de la plata había colapsado y algunas minas habían cerrado. Poco después, desde 1910, el movimiento armado de la Revolución Mexicana provocaría otra importante migración hacia la costa. Este aumento demográfico detonó considerablemente la producción agropecuaria de las haciendas y ranchos de la región. Desde entonces, grandes cantidades de maíz, frijol, coquito de aceite, pero sobre todo de tabaco, salieron por el embarcadero de Las Peñas-Puerto Vallarta hacia los puertos de Manzanillo, San Blas o Mazatlán, para ser distribuidos en los mercados nacional e internacional.
En esta segunda etapa histórica se concede la elevación de categoría política de la “Comisaría de Las Peñas”, para convertirse en “Municipio”, en 1918; cambiando su nombre por el de Puerto Vallarta, en honor del licenciado Ignacio Luis Vallarta Ogazón, hombre ilustre mexicano.
En esta etapa se establece en Ixtapa, en 1924, la Compañía Montgomery, empresa norteamericana productora y exportadora de plátano, que por más de una década influyó marcadamente en la economía regional. También acontece la fundación de los ejidos del Municipio, desde las décadas de los años veinte y treinta; así como el florecimiento de la actividad pesquera, durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Puerto Vallarta y su región contribuyeron notablemente con grandes cantidades de aceite de tiburón y coquitos de aceite, como insumos para la gran conflagración mundial.
Esta etapa estuvo marcada por el liderazgo de la producción de tabaco como puntal de la economía regional. La industria cigarrera nacional mantuvo fuertes intereses aquí durante la primera mitad del siglo XX.
LA ETAPA DEL TURISMO.
La tercera etapa inicia en la década de los años cincuenta, con la implementación de políticas públicas de los gobiernos federal y estatal, como “Marcha al Mar” y “La Comisión de Planeación de la Costa”, resultado de las cuales se construye la brecha Mascota-Puerto Vallarta, se inicia la construcción del aeropuerto en terrenos aledaños al estero de El Salado y se instala en Puerto Vallarta una planta termoeléctrica para dar el servicio durante las 24 horas a la cabecera municipal y pueblos del municipio de Puerto Vallarta; también a poblaciones del vecino estado de Nayarit, como Valle de Banderas, San José del Valle y San Juan de Abajo.
De 1965 a 1971, sexenio del Gobernador Francisco Medina Ascencio, respaldado decididamente por el Gobierno Federal, se construyen las principales obras de infraestructura turística de este destino. Es decir: Las carreteras Puerto Vallarta-Compostela y Puerto Vallarta-Barra de Navidad; el puente sobre el Río Ameca, la Terminal Marítima, la ampliación y modernización del Aeropuerto Internacional y la conexión regional al Sistema Eléctrico de Occidente.
Desde entonces un nuevo modelo económico, el turismo, ha detonado el desarrollo hasta colocar a Puerto Vallarta como un destino turístico internacional importante. La hotelería, la industria de la construcción y el mercado inmobiliario han apuntalado la economía en esta tercera etapa.
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